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No pienses que perdonar significa ofrecer el triunfo al enemigo. Al revés. El enemigo, cuando se le perdona, se siente totalmente ‘noqueado’ y no lo entiende como una victoria, porque en realidad el enemigo te quiso hacer daño, y el perdón implica que no lo consiguió.
En el momento en el que decidas perdonar, podrás sacarte esa estaca que tanto daño te sigue haciendo. Y sí, quedará la cicatriz, por supuesto, pero ya no será una herida, sino una cicatriz. ¿Entiendes la diferencia? Las heridas duelen, las cicatrices, solo nos recuerdan que hubo una herida.
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