¿Qué es la inteligencia emocional?

¿Qué es la inteligencia emocional?

Es la capacidad que tiene una persona de manejar, entender, seleccionar y controlar sus emociones y las de los demás con eficacia, generando así, resultados positivos.

Siguiendo esta definición podemos identificar dos bloques:
1.  Capacidad para la auto-reflexión.
2. Habilidad para reconocer lo que los demás están pensando y sintiendo: habilidades sociales, empatía, asertividad, comunicación no verbal, entre otras.

Además, nuestra calidad de vida es directamente proporcional a la calidad de nuestro estado mental, por ese motivo es tan importante la inteligencia emocional.

A partir de mediados de los noventa, la inteligencia emocional es un tema de interés general por parte de la sociedad, de tal forma que empiezan a aparecer artículos, primero en revistas de divulgación y después en las científicas, y libros sobre el tema.

En concreto, la publicación de Inteligencia Emocional de Daniel Goleman (1995) significa una difusión sin precedentes de un concepto que hasta entonces había pasado desapercibido.

En varios de sus libros, Goleman nos explica que parte de nuestra inteligencia emocional (o su capacidad) se encuentra en nuestra propia epigenética. Es decir, se puede activar y desactivar, dependiendo del entorno emocional y social en el que nos desarrollemos.

Según Daniel Goleman, en el mejor de los casos, el CI parece aportar tan sólo un 20% de los factores determinantes del éxito, el 80 % estante parece que depende en gran medida de la Inteligencia Emocional; por esta razón es una capacidad muy valorada por las empresas en estos momentos corroborada por números estudios que han mostrado que una de las competencias fundamentales en la consecución del éxito profesional es la Competencia Emocional.

CLAVES PARA DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

Las claves de la inteligencia emocional a tener en cuenta son:

Autoconciencia: Darnos cuenta o saber reconocer nuestras emociones y no dejarnos llevar por ellas. 


Consciencia: aprender a ser más conscientes de lo que está sucediendo en nuestro interior y aceptar el poder de nuestra vulnerabilidad.

Autoanálisis: aprender a evaluar nuestras emociones y ser capaces de identificarlas; observar dónde está nuestro enfoque o hacia dónde estamos dirigiendo nuestra atención. De ese modo, podremos comprender de donde surgen esas emociones.

Autocontrol: la capacidad para no reaccionar y saber medir tu paciencia. Aprender a darse un tiempo para respirar, reflexionar y tomar distancia de una situación. Así lograremos tener una mejor perspectiva y un mayor control emocional.


Empatía: en ocasiones estamos tan enfrascados en nuestros propios problemas, o nuestro ego se empeña en tener razón, que nos quedamos encerrados en un túnel con una sola visión. Dicho de otro modo: perdemos la capacidad de comprender el punto de vista de los demás o el porqué de una situación. Sin duda, la empatía es necesaria para reconocer los sentimientos de los demás, eliminar la indiferencia y aumentar nuestro nivel de comprensión.


Automotivación: aprender a dirigir nuestra atención hacia lo que sí deseamos, hacia metas y objetivos a los que aspiramos. Si no tenemos objetivos positivos hacia los que dirigir nuestra atención, nuestra mente se centra en los problemas, en los obstáculos y en todo lo que no funciona. De ese modo, se nos hará muy difícil superar los momentos difíciles y/o dejar de procrastinar.

En definitiva, la inteligencia emocional nos ayuda a controlar mejor nuestros estados de ánimo, a salir más rápidamente de espirales destructivas, a mejorar nuestra relación con nosotros mismos y, por tanto, con los demás. Bien trabajada, nos permitirá ver las cosas de forma más positiva. Y, sobre todo, no olvides que las personas con una mayor capacidad de gestionar sus emociones tienen más oportunidades y más éxito en el ámbito profesional.

 “Educar la mente sin educar el corazón no es en absoluto educación.” (Aristóteles).

 

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